Hacer lo que siempre haces
Es hora de reedificar nuestra vida
Hageo 1: 7, 8
Hageo 1: 7, 8
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová.”
Ayer me paso algo chistoso que no es la primera vez que me pasa.
Cuando termine el día laboral, tome mis cosas y me dirigí hacia mi vehículo que siempre lo estaciono en el parqueo de la empresa que laboro, pero cuando iba casi a la mitad del parqueo no veía mi vehículo, pese a eso seguí caminando, cuando volví a ver el lugar donde normalmente lo estaciono y no lo vi y fue allí donde recordé que no lo había llevado, pues mi padre me había pedido que se lo prestara. En ese momento me dio risa y comencé a caminar de regreso y me dirigí hacia la salida, pues ahí estaría mi papá esperándome y ahí estaba.
Cuando iba manejando y a la vez contándole a mi papá el episodio meditaba en lo siguiente:
¿Cuántas veces hacemos las cosas, solo porque estamos tan acostumbrados a hacerlas?, Yo estoy tan acostumbrado de que cada vez que salgo de la oficina me dirijo al estacionamiento para ir a traer mi vehículo que ya no pienso si lo traje o no, pues es algo que todos los días hago. Así mismo en la vida cristiana hay momentos en los que ya no pensamos las cosas, sino que simplemente las hacemos.
Por ejemplo, no me vas a dejar mentir que cuando vas a comer, antes de comenzar cierras tus ojos y repites casi las mismas palabras todos los días: “Gracias Señor por estos alimentos, te pido que los bendigas, amén”. Eso que haces a diario puede convertirse en algo que haces solo por hacerlo y no que no lo estas meditando.
No se trata de que cada vez que vayas a comer y vas orar tienes que decir algo diferente, sino que te des cuenta que hay cosas que hacemos solo porque estamos acostumbrados a hacerlo. Es como ir a la Iglesia, muchos van, solo porque es parte de su rutina de vida, no porque realmente anhelen ser ministrados por Dios.
Es ahí en donde tenemos que meditar que es lo que estoy haciendo solo porque estoy acostumbrado a hacerlo y de que forma lo estoy haciendo.
Muchos sirven a Dios solo porque tienen años de hacerlo en el mismo privilegio, pero realmente no lo están haciendo con las mismas ganas y la misma intención que cuando lo hiciste por primera vez.
¿Cuántas veces has ido a traer tu vehículo al parqueo, cuando realmente no esta ahí?, ¿Cuántas veces has hecho aquello, sin pensar que eso que haces es para el Señor?, ¿Hasta cuando seguirás haciendo las cosas solo porque son parte de tu rutina?
Es momento de analizar que cosas en mi vida espiritual están siendo manejadas de una forma rutinaria, pues si no te percatas pronto el enemigo se reirá de ti, pues estarás haciendo algo sin sentido y por pura costumbre.
Dios quiere personas que no se acomoden a la costumbre, que no se acomoden a la rutina, que vayan mas allá de hacer las cosas solo por hacerlas, personas que mediten bien sus caminos y que reedifiquen aquello que se ha destruido por el costumbrismo.
Es hora de reedificar nuestra relación personal con el Señor para que todo lo que hagamos lo hagamos de CORAZÓN no para los hombres, sino para Dios.
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”
Colosenses 3: 23