ESPIRITU SANTO VEN !!!

Unos Consejos

UNA  RESPUESTA  AMABLE


La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego.
Proverbios 15.1

MIENTRAS esperaba para que alguien tomara el teléfono, estaba tensa. Tenía una queja y ellos iban a oírme. «Hola, estaba llamando con relación a la computadora que su esposo me vendió», le dije sin perder tiempo. «La computadora no se enciende, no lo ha hecho hace un mes. ¿Cree que él podría arreglarla?». Quería que supieran que lo decía en serio, y no quería perder tiempo con excusas. Pero no hubo excusas.

 

«Oh, lo siento mucho», fue la respuesta compasiva al otro lado de la línea. «¡Qué frustrante no poder utilizar su computadora! Tan pronto llegue mi esposo, le diré lo que ocurre».

Colgué el teléfono, sintiéndome un poco necia. Sus palabras amables desvanecieron mi ira. Entonces comprendí: ¿Cuántas veces cuando tenemos una queja legítima, nos sentimos con el derecho de ser rudos y enojarnos? Aunque todos/as tenemos que lidiar con nuestros retos y enojos, como cristianos podemos enfrentarlos con bondad y así representar bien a Cristo.

Nunca conocí a esta mujer, pero me enseñó un lección que nunca olvidaré. Su respuesta amable me enseñó más que los mensajes más elocuentes que haya escuchado.

Oración:
Padre, ayúdanos a imitar el carácter de tu hijo, Jesús, en los tiempos buenos y cuando estamos frustrados. Amén.  
           PENSAMIENTO PARA EL DÍA

"Dios nos ayuda a dar una respuesta tierna cuando estamos enojados".

                  -   A  PRISA

Cierta vez, un conductor se desplazaba por una autopista a una velocidad excesivamente alta, cuando, de repente justo después de una curva aparece un hombre parado en medio de la vía, haciendo señal de parada con los brazos y de una forma desesperante.

El conductor, sorprendido y a la vez asustado, toca insistentemente la bocina para ver si así el individuo se quitaba del camino. Pero fue inútil, el hombre seguía haciendo señal de pare con sus brazos.

 

Debe de estar loco, dijo el conductor mientras pisaba el freno provocando un fuerte chillido y dejando dos largas marcas negras en el pavimento, logrando así detener el auto antes de chocar a aquel hombre. Muy enojado, se desmonta del carro y, estrellando la puerta, se dirige hacia el hombre y le dice: Acaso no tienes ojos? No ves lo peligrosa que es esta carretera y te atraviesas en ella como si nada? O acaso eres loco para no ver el peligro que corres?

No, señor, no estoy loco, le contesto el individuo. Lo que pasa es que el puente que esta en la próxima curva acaba de desplomarse; y sabía que, si no hacia algo, usted, en este momento, ya estaría muerto. Tuve que arriesgar mi vida para ver si podía salvar la suya.

Quizás, en la carretera de tu vida algún “loco”, te ha obstaculizado el paso para hablarte del Amor de Dios y te has enojado sobremanera porque vas MUY A PRISA.

Quizás hoy yo este obstaculizando tu camino quitándote unos minutos; pero, que habría pasado si el conductor hace caso omiso al individuo del camino?, que crees que pasara a los que oyen la advertencia de la palabra de Dios y la ignoran?

Mateo 13:9
Quien tiene oídos para oir, oiga.

Salmos 107:43
¿Quién es sabio y guardará estas cosas, Y entenderá las misericordias de Dios?

Proverbios 1:5

Oirá el sabio, y aumentará el saber; Y el entendido adquirirá consejo;

Apocalipsis 3:20
He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.

Juan 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 

 

Cuando fallan los frenos


El desfile por las calles de Boston, Massachusetts, seguía alegre, vibrante, feliz. Eran más de dos mil jóvenes, la mayoría hispanos, que iban cantando cánticos cristianos y testificando a viva voz a los transeúntes que los miraban entre serios y sonrientes. Era un momento de victoria para ese grupo de jóvenes convencidos de su fe.

El Reverendo Estanislao González, pastor de una de las iglesias que participaban en el evento, venía detrás del desfile.

 

Traía su camioneta llena de feligreses, y cuando quiso frenar, los frenos no le respondieron. Ante el horror de todos los espectadores, atropelló la columna de fieles por el medio, dejando el tendal de muertos y heridos por el suelo.

«Me fue imposible frenar —declaró el consternado pastor a las autoridades—. Cuando hundí el pedal, los frenos no respondieron.»

Miles de accidentes automovilísticos ocurren en calles y carreteras por una falla en los frenos. Y no se trata sólo de automóviles. Algunas veces a los aviones les fallan los frenos en el aterrizaje, provocando catástrofes. Así como es necesario el motor en un vehículo para darle impulso hacia adelante, también son muy importantes los frenos para detener el vehículo en momentos de crisis.

Cuando el motor falla y el automóvil no arranca, lo único que hay que hacer es llamar un taxi o tomar el autobús. Pero cuando fallan los frenos, puede ocurrir un choque catastrófico o un vuelco fatal.

En la misma semana del accidente de Boston, un autobús con cuarenta ancianos se accidentó en España, en el que murieron dieciocho personas. Otro hombre en ciudad de México, por fallarle los frenos, atropelló a varios en una feria callejera y mató a siete personas. ¿La causa? La misma: falla en los frenos.

Cada uno de nosotros tiene un motor y tiene un freno. El motor es la voluntad; el freno es la conciencia. Si nos falla el motor, la voluntad, nos volvemos como muertos en vida. Somos pusilánimes, temerosos, tímidos, y estamos vencidos. Si nos falla el freno, la conciencia, y nuestra voluntad corre sin frenos, cometemos locuras.

Vivamos con un buen motor, la voluntad de progresar en la vida, y con un buen freno, una conciencia moral para gobernar nuestras acciones. Así tendremos el triunfo asegurado. Cristo nos ofrece ese motor y ese freno. Entreguémosle nuestra vida. Él nos hará victoriosos.

 





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